viernes, 30 de septiembre de 2011

El misterio de la ballena azul XVII

El globo voló muy lejos hasta convertirse del tamaño de una nuez. Mi corazón pasmado, se detuvo por unos instantes. Un desconcierto se consignaba sobre mi razón ante la pronunciación de aquél nombre. Cuando de pronto, una lágrima corrió por mi mejilla derecha. Extrañas y diversas imágenes se dispersaban por toda mi mente. El rostro difuso de una mujer hacía su aparición constantemente. Me sentía ausente, ajeno, confuso. ¡Kajara! –exclamé en mi interior; el recuerdo de la primera vez que vi a la ballena se trasladó en mi pensamiento. Cerré mis ojos, escuchaba gritos resonar en mi cabeza, sangre, llanto, desesperación. Una nube de recuerdos ocultos se divisaba repentinamente dentro de mi masa encefálica. La niña habló. - Kajara y Dante son amantes. – manifestó con recato, al tiempo que sus ojos despedían una brillantez indescriptible. – ¿Amantes, pequeña Natrushka?... – agregué abriendo los ojos ante tales revelaciones. Me acerque lentamente hacia la ballena. La miré, centrando toda mi atención hacia sus ojos verdes. Todo se volvió silencio, paz, armonía. Un dulce aroma a rosas frescas cubrió el lugar. Mi casa se convirtió en un paradisiaco bosque de ensueño; la ballena, en una hermosa doncella y yo en un diminuto grillo. A lo lejos se observaba un castillo enorme, y unas montañas que dividían el paisaje. Los rayos del sol resplandecían sobre el cabello rojizo de la dama. Su voz musitó con cautela: Gracias. Todo ha terminado.

martes, 20 de septiembre de 2011

El misterio de la ballena azul XVI

Miré a la pequeña Natrushka, tenía un vestido rosa con blanco, su cabello era rizado y de color rojo, de su rostro sonriente se percibían pequeños lunares sobre sus mejillas. Sus manos aún sostenían el extraño globo, a lo que pregunté con curiosidad, mientras me colocaba a su altura.: -¿Por qué tienes ese globo? Ella, con ligera desolación en su voz, contestó- Es el globo del amor. Un regalo de mi abuela poco antes de su muerte. Se dice que quién lo aporta traerá bienestar a las parejas, se podría decir que el portador es una especie de cúpido. Quedé pensativo por unos minutos, recordando las reflexiones de un antiguo chamán de origen francés. “A veces el humano necesita de un guía para encontrar el verdadero amor. Así tenga que ser las nubes del cielo, una puesta de sol, o inclusive una lágrima. Todos fuimos creados con ese don. Descubrirlo… he ahí el misterio.” Cuando en ello la niña volteó y miró a la ballena reposando sobre el cuarto. -¡Una ballena!... -profesó con alegría, como si hubiese sido el primer día en observar tal criatura a tan corta distancia. Sus pasos se dirigieron hasta donde se encontraba. Con una mano comenzó a acariciar su cuerpo húmedo. La ballena en cambio, solo se mostraba quieta y apacible. -¡Que linda es! ….¡y tiene ojos de color!... ¿cómo se llama?. –añadió la pequeña con una mirada de interés- Un pequeño silencio nos cubrió con disimulo, cuando indeliberadamente contesté: -Kajara. La niña soltó el globo.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El misterio de la ballena azul XV

Esas palabras penetraron hasta lo más profundo de mí ser. Sentía miedo, frustración y desesperación al no saber lo que exactamente estaba aconteciendo. Miré a la ballena por unos momentos, al tiempo que tocaba el extraño tatuaje que había aparecido en su aleta. “¿Qué significarán estas palabras?... ¿por qué no puedo descifrarlas?...”.- me preguntaba a mí mismo, cuando de pronto, se escuchó que tocaban la puerta. No quería dejar a la ballena de nuevo, ya que tenía el temor de que algo malo le sucediera. Pero era tanta la insistencia, que tuve que acudir para saber de quién se trataba. Abrí la puerta y divisé ante mis ojos un enorme globo color rojo con la forma de un corazón, y del cual llevaba una pequeña tortuga. “Buenas tardes, ¿es aquí la casa del mago Dante Meilan?...”. -Inquirió de forma cautelosa y pausada. “¿Disculpe?...Dante Meilan?...”. –Respondí desconcertado, mientras que en mis vagas memorias...rebotaba aquel nombre una y otra vez. “Sí, me han dicho que en esta casa vive un mago con ese nombre… ¿es usted?”. –Insistió la tortuga, cambiando de posición el globo. “Pues no, ese no es mi nombre…”, contesté de manera inmediata, pensado en mis adentros que quizá si lo fuera, debido a mi problema de memoria. Hubo un pequeño silencio, para luego comentar: “…pero soy un mago también, así que tal vez pueda ayudarte”. – “Oh, de acuerdo, ¡gracias a los dioses!... me ha tomado todo un año llegar hasta acá… mi nombre es Natrushka Garzyapar…y he venido a ver si me podría regresar a mi estado real, un cuervo malvado me transformó en tortuga.” – Explicó con recato, su apariencia denotaba una tristeza profunda a causa de su infortunio. “No temas pequeña. Claro que te ayudaré. Por favor pasa, eres bienvenida a mi humilde hogar.” –Contesté con cordialidad, mientras lentamente se acomodaba para entrar a mi casa. Por lo que opté mejor, por tomarla y llevarla entre mis brazos. Su tamaño era pequeño, y su caparazón ligero con unos enormes círculos negros matizados en su exterior. Decidí trasladarla hasta donde se encontraba la ballena, ya que me preocupaba su condición. Entre al cuarto de baño y coloqué a la tortuga en el lavabo. La ballena yacía dormida del otro lado del lugar. Acudí a examinarla. El tatuaje aún seguía resplandeciente en su aleta izquierda. Me alejé de la criatura, sintiendo un gran alivio, al descubrir de estaba bien, y regresé hacía donde se encontraba la tortuga. Cerré los ojos por un momento, al tiempo que profesaba un conjuro mágico en otro idioma, y hacía aparecer un espejo. “Repite tu nombre tres veces, mirándote sobre este espejo”. –Musité, acercando el espejo hacía el pequeño reptil. Una nube densa comenzaba a esparcirse por todo el cuarto. La tortuga se transformó en una niña.

domingo, 3 de abril de 2011

El misterio de la ballena azul XIV

Me senté en mi sillón. Desconocía lo que estaba ocurriendo realmente. Pensé en la ballena, en Elizabeth y en el grillo. Cuando en eso mi cuerpo se paralizó por unos instantes, al escuchar un fuerte grito proveniente del cuarto de baño. Inmediatamente acudí al lugar, no encontré nada ni nadie. De nuevo, la ballena había desaparecido. No podía creerlo. Me dirigí donde se encontraba mi amiga transformada en grillo. Y para mi sorpresa, había vuelto a su color original, un áspero verde olivo. Tomé entre mis manos el artefacto localizador y me propuse buscar a la ballena. Acudí al cuarto de baño, último lugar que la vi, la brújula comenzaba su trabajo, marcando extrañamente arriba. “¿La ballena esta en el techo?” –pensé en mis adentros, mientras mis pasos se dirigían casi de inmediato hacia el exterior. Lancé mi vista hacia arriba. Un gran globo aerostático predominaba el panorama. Estaba llevándose a la ballena, subiéndola por medio de una sábana color rosa, que jalaban con dos correas dos fornidas avestruces. “¡Alto ahí!... ¡no permitiré que se la lleven!” –les grité, mientras lanzaba un rayo con mis manos. Aquellos animales, parecieran haberme ignorado por completo, procediendo con su trabajo. Tomé mi sombrero, del cual saqué una nube plateada, para después subirme en ella y dirigirme hacia las extrañas avestruces. Ellas seguían jalando a la ballena, ya solo faltaba poco para que estuviera dentro del globo aerostático, en verdad que les parecía invisible. “¡Dejadla en paz!...” – les dije con voz fuerte, mientras tomaba a la ballena por el lado contrario. Las aves continuaban su hazaña, sin prestarme atención en lo absoluto. De mi sombrero, saqué unas poderosas tijeras, y corté las correas. La ballena estaba a salvo conmigo. Mientras que las avestruces continuaban jalando hasta que de pronto se percataron del corte. Se miraron entre ellas. Para minutos después quedar convertidas en estatuas de hielo. Un rayo proveniente del cielo, cayó justamente en el globo, evaporándose todo en un instante. No comprendía todo aquello. Sin duda alguna, alguien con conocimientos en magia o hechicería quería robarse a la ballena, la cual estaba sumergida en un profundo sueño, provocado por los efectos de alguna droga suministrada. Rápidamente llevé a la ballena al cuarto de baño. Acto seguido, le preparé algunos trozos de pescado seco sobre una bandeja, al mismo tiempo que la examinaba para advertir si no tendría alguna herida. Y cuál fue mi desconcierto, al descubrir que el brazalete perdido, de alguna manera se había transformado en un tatuaje en una de sus aletas, junto con un extraño texto que decía “El final está cerca.”