miércoles, 7 de septiembre de 2011

El misterio de la ballena azul XV

Esas palabras penetraron hasta lo más profundo de mí ser. Sentía miedo, frustración y desesperación al no saber lo que exactamente estaba aconteciendo. Miré a la ballena por unos momentos, al tiempo que tocaba el extraño tatuaje que había aparecido en su aleta. “¿Qué significarán estas palabras?... ¿por qué no puedo descifrarlas?...”.- me preguntaba a mí mismo, cuando de pronto, se escuchó que tocaban la puerta. No quería dejar a la ballena de nuevo, ya que tenía el temor de que algo malo le sucediera. Pero era tanta la insistencia, que tuve que acudir para saber de quién se trataba. Abrí la puerta y divisé ante mis ojos un enorme globo color rojo con la forma de un corazón, y del cual llevaba una pequeña tortuga. “Buenas tardes, ¿es aquí la casa del mago Dante Meilan?...”. -Inquirió de forma cautelosa y pausada. “¿Disculpe?...Dante Meilan?...”. –Respondí desconcertado, mientras que en mis vagas memorias...rebotaba aquel nombre una y otra vez. “Sí, me han dicho que en esta casa vive un mago con ese nombre… ¿es usted?”. –Insistió la tortuga, cambiando de posición el globo. “Pues no, ese no es mi nombre…”, contesté de manera inmediata, pensado en mis adentros que quizá si lo fuera, debido a mi problema de memoria. Hubo un pequeño silencio, para luego comentar: “…pero soy un mago también, así que tal vez pueda ayudarte”. – “Oh, de acuerdo, ¡gracias a los dioses!... me ha tomado todo un año llegar hasta acá… mi nombre es Natrushka Garzyapar…y he venido a ver si me podría regresar a mi estado real, un cuervo malvado me transformó en tortuga.” – Explicó con recato, su apariencia denotaba una tristeza profunda a causa de su infortunio. “No temas pequeña. Claro que te ayudaré. Por favor pasa, eres bienvenida a mi humilde hogar.” –Contesté con cordialidad, mientras lentamente se acomodaba para entrar a mi casa. Por lo que opté mejor, por tomarla y llevarla entre mis brazos. Su tamaño era pequeño, y su caparazón ligero con unos enormes círculos negros matizados en su exterior. Decidí trasladarla hasta donde se encontraba la ballena, ya que me preocupaba su condición. Entre al cuarto de baño y coloqué a la tortuga en el lavabo. La ballena yacía dormida del otro lado del lugar. Acudí a examinarla. El tatuaje aún seguía resplandeciente en su aleta izquierda. Me alejé de la criatura, sintiendo un gran alivio, al descubrir de estaba bien, y regresé hacía donde se encontraba la tortuga. Cerré los ojos por un momento, al tiempo que profesaba un conjuro mágico en otro idioma, y hacía aparecer un espejo. “Repite tu nombre tres veces, mirándote sobre este espejo”. –Musité, acercando el espejo hacía el pequeño reptil. Una nube densa comenzaba a esparcirse por todo el cuarto. La tortuga se transformó en una niña.

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